A pesar de su magistral acto de venganza, la vida de Celia no cambió inmediatamente. El aviso de venta de la herencia de junio de 1860 confirmó la liquidación de la plantación y sus bienes. Celia, descrita como «Mujer, 32 años, cocinera y sirvienta experta», fue vendida a Thomas Bradford por 900 dólares.

Pero la historia de Celia no terminó ahí. Dos años después, el mismo patrón se repitió: Thomas Bradford murió «repentinamente en su residencia de Charleston» a causa de una «enfermedad aguda». Las circunstancias fueron sorprendentemente similares a las de la muerte de Thomas Bradford.