Wimbledon 2025 no solo ha sido escenario de un tenis de altísimo nivel, sino también de declaraciones que han sacudido el equilibrio habitual del circuito. En una rueda de prensa previa a las semifinales, Novak Djokovic, conocido tanto por su grandeza deportiva como por su personalidad desafiante, lanzó una frase que encendió la polémica:

“Voy a vencer a Jannik Sinner y ganaré otro Wimbledon. No tengo dudas.”

Su tono era firme, casi desafiante, cargado de seguridad. Para algunos, una muestra de confianza de un campeón con 24 Grand Slams en su haber. Para otros, una arrogancia innecesaria que subestimaba al joven italiano que hoy ocupa el número uno del mundo.
Pero lo que nadie esperaba era la respuesta de Jannik Sinner.
Horas después, en una entrevista televisiva breve y serena, Sinner, con su habitual calma y humildad, respondió:
“El respeto no se exige con palabras, se gana en la cancha. Allí hablaremos.”
Silencio. Incluso el periodista que lo entrevistaba pareció quedarse sin palabras. La frase, lejos de ser agresiva, estaba impregnada de una confianza tranquila, la de alguien que no necesita gritar para hacerse escuchar. Las redes sociales estallaron. Fanáticos, exjugadores y periodistas comenzaron a debatir sobre quién tenía la razón y si Djokovic había ido demasiado lejos.
Rafael Nadal, retirado ya del circuito pero siempre atento, comentó en redes:
“Sinner ha dicho en una frase lo que representa el verdadero espíritu del tenis.”
Para muchos, fue el momento en que Jannik Sinner dejó de ser la joven promesa que desafía a los grandes y se consolidó como un verdadero líder del deporte: sereno ante la provocación, seguro sin ser prepotente, y con una madurez que asombra a su corta edad.
En la cancha, el duelo promete ser legendario. Pero fuera de ella, este cruce de declaraciones ya ha pasado a la historia de Wimbledon. Djokovic, el eterno guerrero, ha lanzado el guante. Sinner, con una respuesta digna de un campeón, lo ha recogido con elegancia.
Ahora, todo el mundo del tenis espera el partido. Porque después de estas palabras, ya no se trata solo de puntos y sets. Se trata de orgullo, de respeto… y de quién verdaderamente dejará huella en la Catedral del tenis.