En un giro inesperado que ha sacudido los cimientos del fútbol español, la joven estrella de 18 años Lamine Yamal ha presentado una denuncia formal ante la FIFA contra el seleccionador nacional, Luis de la Fuente, tras ser expulsado de manera drástica de la concentración de la Roja. El conflicto, que ha trascendido con creces el ámbito deportivo, ha dejado al país entero en vilo y ha abierto una crisis institucional de dimensiones todavía impredecibles.

Todo comenzó durante el último stage de la selección absoluta en Las Rozas. Según fuentes cercanas al cuerpo técnico, Yamal ocultó una molestia muscular que, según los servicios médicos, arrastraba desde hacía varios días y que le impedía rendir al nivel exigido. La falta de comunicación entre el jugador y el staff técnico fue interpretada por De la Fuente como una falta grave de profesionalidad, casi como una traición. El seleccionador, conocido por su mano dura y su código de conducta inflexible, tomó la decisión fulminante de apartar al extremo del Barça de la convocatoria y ordenar su regreso inmediato a Barcelona.

En la rueda de prensa posterior al entrenamiento, De la Fuente no se guardó nada: “Esto no es un capricho ni una decisión tomada a la ligera. Aquí hay normas que todos conocemos y que todos deben respetar. Ocultar una lesión pone en riesgo no solo al jugador, sino al resto del equipo y a la propia selección. Es inaceptable”. Incluso llegó a sugerir que el caso merecía una sanción ejemplar, palabras que cayeron como una bomba en el entorno del jugador.

La respuesta de la familia Yamal fue inmediata y contundente. Apenas 48 horas después de la expulsión, los representantes legales del futbolista presentaron una denuncia formal ante la Comisión de Estatuto del Jugador de la FIFA, alegando “trato vejatorio, decisión desproporcionada y daño reputacional grave” hacia un menor de edad protegido por los reglamentos internacionales. En el escrito, al que ha tenido acceso este medio, se solicita no solo la anulación de la sanción, sino también medidas de protección para el jugador y una investigación exhaustiva sobre el procedimiento seguido por el seleccionador.

La FIFA, sorprendentemente rápida en este caso, ya ha confirmado que ha admitido a trámite la queja y que abrirá un expediente en los próximos días. Fuentes de la máxima organización del fútbol mundial aseguran que el caso se tratará con “prioridad absoluta” dada la edad del denunciante y la relevancia del seleccionado implicado.

Dentro del vestuario de la selección el ambiente es irrespirable. Los jugadores veteranos, muchos de ellos compañeros de De la Fuente desde hace años, cierran filas en torno al técnico y defienden la necesidad de mantener la disciplina. Sin embargo, un sector importante del grupo, especialmente los más jóvenes y algunos pesos pesados del Barça y del fútbol catalán, consideran que la medida fue excesiva y que se podría haber resuelto de forma interna sin llegar a la humillación pública. “Es un chaval de 18 años que está aprendiendo. Todos hemos cometido errores a esa edad”, comentó en privado uno de los capitanes, según fuentes presentes en la concentración.

La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) se encuentra en una encrucijada histórica. Proteger al seleccionador implicaría avalar una decisión que puede costarle a España su mayor talento emergente de cara al Mundial 2026. Por otro lado, desautorizar a De la Fuente en público supondría debilitar su figura a pocos meses de competiciones clave y abriría la puerta a una crisis de autoridad sin precedentes. En los despachos de Las Rozas reina el silencio sepulcral; nadie quiere hablar oficialmente hasta que FIFA se pronuncie.

Mientras tanto, Lamine Yamal entrena en solitario en la Ciutat Esportiva Joan Gamper bajo la atenta mirada de Hansi Flick y del cuerpo médico del Barcelona, que ha emitido un parte en el que asegura que la lesión “era leve y ya está prácticamente superada”. El mensaje implícito es claro: el chico podría haber jugado perfectamente si se le hubiera gestionado de otra manera.

La opinión pública está profundamente dividida. En las redes sociales, el hashtag #JusticiaParaLamine se ha convertido en tendencia mundial, mientras que otro sector defiende la mano dura del seleccionador con #DeLaFuenteTieneRazón. Periodistas, exjugadores y hasta políticos han entrado en el debate, convirtiendo lo que empezó como un problema médico en una guerra abierta entre generaciones, entre clubes y selección, entre Cataluña y el resto de España.

El tiempo apremia. La FIFA tiene previsto emitir una resolución provisional en las próximas dos o tres semanas, justo antes del siguiente parón internacional. Esa decisión marcará el futuro inmediato de Lamine Yamal con la absoluta y, posiblemente, el destino de Luis de la Fuente al frente del banquillo. Si el organismo internacional da la razón al jugador, la RFEF se verá obligada a readmitirlo de inmediato y el seleccionador quedará en una posición muy comprometida. Si, por el contrario, avala la expulsión, Yamal podría quedarse fuera de la selección durante meses e incluso perderse el próximo Mundial, un golpe devastador para su carrera y para las aspiraciones de España.

El reloj corre. La tensión aumenta. Y el fútbol español, una vez más, se encuentra al borde del abismo por un conflicto que nadie sabe cómo terminará. Lo único seguro es que, gane quien gane, ambos saldrán profundamente dañados. Y el sueño de ver a Lamine Yamal liderando a la Roja en el Mundial del 26 pende de un hilo que solo la FIFA puede cortar… o salvar. (912 palabras)