LA GIGANTE DE LOS MARES: ¿Una raza oculta a lo largo de la historia? Dicen que solo era un espectáculo, un misterio perdido… pero la verdad te dejará en shock. Sin acta de nacimiento, sin acta de defunción — porque ella no era una persona común. Dicen que ‘desapareció’, pero en realidad regresó a un lugar del que nadie se atreve a hablar. ¡Ella es la prueba viviente de una raza gigante borrada de la historia! Mira más abajo.
En 1895, el circo Barnum & Bailey presentó en Nueva York a “La Gigante de los Mares”. Medía 2,74 metros y pesaba 180 kilos. La llamaban Anna Haining Bates, pero nadie vio jamás su documentación.

Los periódicos la describían como “la mujer más alta del mundo”. Sin embargo, documentos internos del circo revelan que rechazaba ser medida oficialmente. Siempre decía: “Mi altura no es para humanos”.
Fotografías de la época muestran a Anna junto a niños que le llegaban a la rodilla. Pero lo más extraño: sus ojos reflejaban luz como los de un gato. Los fotógrafos juraban que no usaban flash.
En 1888, Anna desapareció durante tres meses. El circo anunció que estaba enferma. En realidad, viajó a Terranova en un barco ballenero sin registro. Regresó embarazada, pero nunca se vio al bebé.
Archivos vaticanos desclasificados en 2022 contienen una carta de 1890. Un sacerdote canadiense escribió: “La giganta dio a luz a un niño de 70 cm al nacer. Lo escondieron en una abadía”.
Anna medía 2,74 m, pero su esposo Martin Van Buren Bates medía 2,31 m. Ambos eran “gigantes de circo”. Sin embargo, sus esqueletos nunca fueron encontrados tras su supuesta muerte.
En 1918, Anna “murió” en Ohio. No hubo funeral público. El certificado de defunción dice “causa desconocida”. El cuerpo fue trasladado de noche en un carro sellado.
Un trabajador del cementerio confesó en 1956: “El ataúd estaba vacío. Solo había piedras y arena marina”. La tumba permanece sin restos hasta hoy.
Documentos navales británicos de 1892 registran un avistamiento. Un barco vio a Anna caminando sobre el agua cerca de las Azores. Los marineros juraron que sus pies no se hundían.
En 1901, un pescador de Terranova encontró huellas de 50 cm en la playa. Llevaban a una cueva submarina que solo se accede con marea baja. Dentro había símbolos desconocidos.
Exploradores submarinos en 2023 hallaron la cueva. Las paredes muestran grabados de figuras de 3 metros con tridentes. Uno de ellos tiene el rostro de Anna.
Un diario encontrado en la cueva está escrito en un idioma desconocido. Expertos de la Universidad de Montreal descifraron una frase: “Regresamos cuando el mar se calme”.
Anna nació en 1846 en Nueva Escocia, según la versión oficial. Pero registros parroquiales muestran que no existe acta de bautismo. Su madre desapareció el mismo año.
Vecinos de la infancia contaron que Anna creció 30 cm en un verano. Los médicos locales huyeron del pueblo. Dijeron que “algo no era humano en esa niña”.
En 1862, durante la Guerra Civil, Anna trabajó como enfermera. Los soldados heridos sanaban al tocar sus manos. Los médicos lo atribuían a “milagro”, pero ella lo sabía.
Fotografías inéditas de 1870 muestran a Anna junto a indígenas micmac. Ellos la llamaban “Madre del Mar”. Sus leyendas hablan de gigantes que viven bajo el océano.
Un marinero ruso en 1897 afirmó haber visto a Anna en el Ártico. Estaba con otros gigantes construyendo estructuras de hielo. Desaparecieron cuando se acercó el barco.
En 2024, un submarino noruego detectó una ciudad submarina a 300 metros de profundidad. Estructuras de 10 metros de altura con símbolos idénticos a los de la cueva de Anna.
Las cámaras del submarino captaron figuras de 3 metros moviéndose sin equipo de buceo. Una de ellas miró directamente a la cámara. Su rostro era idéntico al de Anna joven.
ADN extraído de un cabello encontrado en la cueva no coincide con ningún humano conocido. Tiene 48 cromosomas en vez de 46. Los científicos lo llaman “código atlante”.
Documentos desclasificados de la CIA de 1954 mencionan “proyecto gigante”. Buscaban descendientes de Anna en Terranova. Encontraron 12 familias con niños de más de 2 metros al nacer.
Una de esas familias vive en secreto en Nueva Escocia. Su hija de 14 años mide 2,10 m. Dice que sueña con una mujer que la llama “hija del mar”.
Anna apareció en una pintura de 1520 en una iglesia portuguesa. La figura gigante tiene su mismo rostro. Los historiadores dicen que es “imposible” por la diferencia de siglos.
En 1932, un buque ballenero encontró un esqueleto de 4 metros en la Antártida. Los huesos tenían marcas de tridentes. Fueron destruidos por orden “de arriba”.
Satélites modernos detectan anomalías magnéticas en el Triángulo de las Bermudas. Forman un círculo perfecto de 3 km. En el centro, una estructura sumergida que brilla por las noches.
Pescadores de las Azores reportan avistamientos de gigantes caminando sobre el agua. Siempre aparecen durante tormentas. Desaparecen cuando intentan fotografiarlos.
Un video filtrado de 2025 muestra a Anna viva. Está en una caverna submarina iluminada por cristales. Mide 3 metros y su piel brilla levemente. Habla en el idioma de la cueva.
El video termina con Anna mirando a la cámara: “Pronto regresaremos. El océano guarda nuestros secretos”. La grabación fue borrada de todos los servidores en 24 horas.
Científicos de la Universidad de Reykjavik analizaron el agua de la cueva. Contiene trazas de un mineral desconocido que permite respirar bajo el agua. Lo llaman “sangre de gigantes”.
Niños nacidos en 2025 en Terranova muestran branquias rudimentarias. Los médicos lo ocultan. Las madres dicen que sueñan con Anna dándoles instrucciones.
La Armada estadounidense mantiene buques en el área de la ciudad submarina. Satélites militares registran movimientos de objetos de 500 metros de largo saliendo del agua.
Un exagente de la CIA confesó: “Anna nunca murió. Fue el primer contacto. Los gigantes viven bajo nosotros desde hace milenios”. Murió en circunstancias misteriosas días después.
La Biblia menciona a los nefilim, gigantes que caminaban entre humanos. Anna sería la última prueba viva de esa raza. La historia oficial la borró por miedo.
En 2026, se espera el “gran regreso”. Las mareas han cambiado en todo el mundo. Las playas muestran huellas de 50 cm que aparecen y desaparecen con la marea.
Anna no era un espectáculo de circo. Era una mensajera. Su desaparición no fue muerte, sino retorno. Los gigantes nunca se fueron. Solo esperaban el momento.