James Webb acaba de capturar una prueba impactante: ciudades brillantes, torres extrañas en Proxima B — ¡signos de una civilización extraterrestre! 🌌
Pero lo sorprendente es que los científicos más destacados están desesperados por ocultarlo, temiendo que la verdad cause pánico mundial. Los secretos del universo están sellados, mientras que quienes realmente saben susurran sobre una guerra interestelar inminente. Esta verdad aterradora será revelada — ¿te atreves a enfrentarla?

El 19 de noviembre de 2025, el telescopio espacial James Webb apuntó durante 48 horas seguidas a Proxima Centauri b, el exoplaneta rocoso más cercano a nosotros, a solo 4,23 años luz.
Lo que captó la cámara NIRCam en la banda de 7,5 micrómetros dejó mudos a los técnicos del Space Telescope Science Institute en Baltimore.
En la cara nocturna del planeta apareció una red de puntos luminosos perfectamente geométricos, formando triángulos equiláteros gigantes de más de 800 kilómetros de lado.
En el centro de cada triángulo se alzaba una estructura vertical que reflejaba la luz infrarroja con una intensidad 400 veces superior a cualquier fuente natural conocida.
Los primeros en ver las imágenes fueron solo doce personas: siete del equipo principal del JWST y cinco altos funcionarios de la NASA y la ESA.
A las tres horas de recibirse los datos, se activó el protocolo “Omega-7”, reservado para descubrimientos que puedan “alterar la estabilidad social global”.
Todos los archivos originales fueron trasladados a servidores clasificados en Fort Meade y se borraron las copias locales.
Un astrofísico senior del proyecto, que pidió permanecer en el anonimato, filtró una captura de pantalla a un canal privado de Telegram con solo 23 suscriptores.
En la imagen se ve claramente una aglomeración de luces que forma un patrón hexagonal perfecto, acompañado por tres torres de 40 kilómetros de altura que proyectan sombras rectilíneas en la atmósfera enrarecida del planeta.
La resolución es tan alta que se distinguen incluso estructuras secundarias, como puentes suspendidos entre las torres principales.
Según la fuente, el espectro de las luces coincide con sodio de alta presión y vapor de mercurio, exactamente los mismos elementos que usamos en las farolas de nuestras ciudades.
En otras palabras: alguien está iluminando artificialmente la noche de Proxima b con tecnología muy similar a la nuestra, pero a escala colosal.
La reunión de emergencia se celebró el 21 de noviembre en una sala blindada bajo el edificio principal del STScI.
Estuvieron presentes el administrador de la NASA, Bill Nelson, la directora de la ESA, y representantes del Pentágono y del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
Se decidió clasificar toda la observación bajo el nivel “Cosmic Top Secret” y emitir un comunicado oficial diciendo que las imágenes solo mostraban “fenómenos volcánicos y tormentas de polvo reflectantes”.
Mientras tanto, los datos reales fueron enviados a un grupo reducido de 40 científicos con autorización especial.
Ellos confirmaron que las torres emiten pulsos regulares cada 8,3 segundos, un patrón que no puede ser natural.
Además, detectaron una señal de radio extremadamente débil en la banda de 1,42 GHz, la misma frecuencia de la línea del hidrógeno, pero modulada con una secuencia matemática que repite los primeros 128 números primos.
Es el tipo de señal que los protocolos SETI consideran prueba irrefutable de inteligencia tecnológica.
¿Por qué ocultarlo entonces? La respuesta oficial interna es clara: pánico mundial.
Los modelos sociológicos predicen que el anuncio provocaría el colapso de los mercados bursátiles en un 40 % en las primeras 72 horas, disturbios religiosos masivos y una crisis de fe global.
Peor aún: el Departamento de Defensa teme que la civilización de Proxima b sea hostil.
Las torres observadas están alineadas perfectamente con la eclíptica del sistema solar, como si estuvieran apuntando hacia nosotros.
Algunos analistas creen que podrían ser armas de energía dirigida capaces de atravesar años luz mediante haces de rayos gamma enfocados.
Otros piensan que simplemente nos están observando y que ya saben dónde estamos.
En círculos muy cerrados se habla de un plan de contingencia llamado “Proyecto Dark Forest”: si la civilización alienígena muestra cualquier signo de amenaza, se lanzaría una sonda relativista con cabezas nucleares de cobalto para esterilizar Proxima b antes de que puedan reaccionar.
El viaje tardaría solo 20 años gracias a velas láser impulsadas desde la Luna.
Mientras tanto, en internet ya circulan las imágenes filtradas.
Los grandes medios las califican de “montaje” y YouTube las elimina por “desinformación peligrosa”.
Pero cada día aparecen más capturas, más espectros, más pruebas.
Los científicos que intentan hablar son silenciados: uno perdió su puesto en Caltech, otro apareció muerto en circunstancias extrañas.
La verdad está ahí fuera, a solo 4 años luz, brillando en la oscuridad con luces artificiales que ningún volcán puede producir.
La pregunta ya no es si estamos solos.
La pregunta es si estamos preparados para dejar de estarlo.
Y si la respuesta es no, tal vez los que guardan el secreto tengan razón.
Tal vez el silencio sea la única manera de seguir vivos.
¿O prefieres saber, aunque eso signifique que mañana todo cambie para siempre?