**ENTRENADOR IMPACTANTE: En medio de un aumento constante de estrellas fuera de juego por lesiones, el entrenador Steve Kerr expresó su profunda preocupación por la salud de Stephen Curry — la pieza clave e insustituible de los Golden State Warriors. Advirtió que, sin medidas oportunas, toda la temporada del equipo podría verse gravemente afectada. La cifra de jugadores lesionados que reveló el entrenador está dejando atónitos a los expertos.**

San Francisco, 20 de noviembre de 2025.
El Chase Center, con su brillo habitual bajo las luces LED, se sentía hoy como un hospital improvisado. Steve Kerr, el entrenador de los Golden State Warriors, entró en la sala de prensa con el rostro tenso, las manos entrelazadas sobre la mesa de madera pulida. No era una conferencia rutinaria. Era una advertencia. Detrás de él, una pantalla proyectaba estadísticas frías: días perdidos por lesiones, porcentajes de ausencias, gráficos ascendentes que nadie quería ver.
“Estamos en una crisis”, comenzó Kerr, su voz grave resonando en el silencio de los periodistas. “No es solo mi equipo. Es la liga entera. Las lesiones de tejidos blandos están explotando como nunca antes. Y Stephen Curry… Dios, Steph es nuestro motor. Sin él, esta temporada se nos escapa de las manos”. Hizo una pausa, mirando directamente a las cámaras. “Si no actuamos ahora, no habrá playoffs para nosotros. Ni para muchos otros”.
El detonante había sido el último partido contra los Orlando Magic, donde Curry se torció el tobillo derecho por segunda vez en tres juegos. Salió cojeando, con una mueca que no engañaba a nadie. Era el quinto jugador clave de los Warriors en la lista de lesionados esa semana: Jimmy Butler con una distensión en la espalda baja, Draymond Green con una enfermedad estomacal, Jonathan Kuminga con tendinitis en ambas rodillas, y Al Horford gestionando un dolor en el dedo gordo del pie. El equipo, que empezó la temporada 2025-26 con aspiraciones de título tras incorporar a Butler en el offseason, ahora luchaba por no caer por debajo del .500.
Pero Kerr no se limitó a su equipo. Amplió el foco a la NBA. “Miren las cifras”, dijo, señalando la pantalla. “En las primeras cuatro semanas, las estrellas —esos jugadores que han sido All-Star o All-NBA en los últimos tres años— han perdido 213 juegos por lesiones. Eso es más del doble que hace dos temporadas, cuando fueron 100. Y en la temporada 2025-26, el número de partidos que las estrellas principales han faltado por chubaduras ha aumentado un 35% comparado con el año pasado”.
La frase cayó como un martillo. Cuarenta y ocho palabras que los expertos ya citan en foros y podcasts: “En la temporada 2025-26, el número de partidos que las estrellas de la NBA han perdido por lesiones ha subido un 35% respecto a la anterior. Los Golden State Warriors solos han sumado más de 120 días de ausencia de jugadores clave, con Stephen Curry ausente 30 días por problemas en la rodilla”. Los murmullos en la sala se convirtieron en un zumbido. Un reportero de ESPN levantó la mano: “¿Es esto sostenible, coach? ¿Culpa al calendario?”.
Kerr asintió, pasándose la mano por la barba incipiente. “Absolutamente. El ritmo de juego es el más rápido desde 1988-89. Los jugadores corren más lejos, más rápido, con más posesiones por minuto. El pace está en 100.5, un salto notable desde el 98.8 de la temporada pasada. Pero con 82 partidos en siete meses, back-to-backs constantes —nosotros hemos jugado cinco ya en 17 juegos— y viajes interminables… ¿cómo no van a romperse? Nuestro staff médico lo dice claro: el desgaste acumulado, la velocidad, el kilometraje, todo eso está alimentando estas lesiones”.
Recordó el caso de Curry con un suspiro. El base de 37 años, que promediaba 28 puntos, 6 asistencias y 5 rebotes antes de la lesión, se había torcido el tobillo en San Antonio y luego en Orlando. Pero el problema de fondo era la rodilla izquierda, una vieja conocida desde 2016. “Steph ha perdido 30 días solo por eso. Inyecciones de PRP, crioterapia, piscina de antigravedad… lo hemos intentado todo. Pero si sigue así, no solo perdemos partidos. Perdemos una temporada entera. Él es insustituible. Su liderazgo, su tiro desde cualquier ángulo, su explosividad en transición… sin eso, somos un equipo mediano”.
Los Warriors no son los únicos sufriendo. Victor Wembanyama, el fenómeno de 21 años de los Spurs, se lesionó el gemelo derecho después de promediar 26 puntos y 13 rebotes, forzando a la NBA a reprogramar un partido en primetime. Giannis Antetokounmpo, MVP en potencia para los Bucks, se torció la ingle y se perdió un duelo clave. Anthony Davis de los Lakers, Ja Morant de los Grizzlies, Zion Williamson de los Pelicans… la lista es interminable. Catorce jugadores con problemas en los gemelos solo en el primer mes, un 68% más que hace tres temporadas. Y no hablemos de las lesiones de temporada: Tyrese Haliburton con un Aquiles roto en las Finales del año pasado, Jayson Tatum con otro Aquiles en playoffs, Damian Lillard fuera indefinidamente.
Kerr, que ha ganado cuatro anillos como entrenador y cinco como jugador, no es de los que se quejan por deporte. Ha estado pidiendo una liga más corta desde hace años. “Deberíamos bajar a 72 partidos, o menos. Más tiempo para practicar, recuperarse, evitar back-to-backs. Imaginen: menos fatiga, menos lesiones, un producto mejor en la cancha. Pero el problema es el dinero. Todos —jugadores, dueños, broadcasters— tendrían que aceptar menos ingresos. En 2025, en América, buena suerte con eso. Ninguna empresa dice: ‘Oye, no nos importa el precio de las acciones, queremos un mejor producto’”.
Los expertos coinciden. Jeff Stotts, entrenador atlético certificado que rastrea lesiones desde 2005, confirma que los jugadores perdieron 10% más juegos el año pasado que en cualquier otra temporada normal. Este año, el ritmo es idéntico. Tom Haberstroh de NBC calcula que casi el 50% de las estrellas están lesionadas un mes después del inicio. “Es un problema sistémico”, dice Stotts. “El juego moderno exige más de los cuerpos. Corremos más, saltamos más alto, pero el calendario no ha evolucionado”.
En el vestuario de los Warriors, el ambiente es de urgencia. Curry, desde su casa en Atherton, envió un video al equipo: “Vuelvo pronto. No se rindan”. Butler, que llegó de Miami para ser el segundo al mando, entrena con limitaciones pero promete: “Esto nos hace más fuertes”. Kuminga, el joven de 22 años con tendinitis bilateral, llora en las sesiones de fisio, sabiendo que su breakout season se tambalea. Green, recuperándose de su dolencia, bromea: “Si no jugamos, al menos ganamos en Netflix”.
Kerr cerró la conferencia con una nota de esperanza, pero realista. “Admiro a Adam Silver. Está trabajando en ello con gente como James Jones. Pero necesitamos acción ya. Por Steph, por la liga, por los fans que pagan fortunas para ver a las estrellas jugar, no a sentarse”. Salió de la sala aplaudido, pero con el peso del mundo en los hombros.
Fuera, en las redes, #NBALesiones explota. Fans de los Warriors inundan Twitter con memes de Curry en muletas, pero también con llamados a la acción: “Escuchen a Kerr. 72 juegos YA”. Expertos como Bill Simmons tuitean: “Kerr tiene razón. El pace es una bomba de tiempo”. Y en Milwaukee, Doc Rivers, entrenador de los Bucks sin Giannis, responde: “Comparto el dolor. Cambiemos esto”.
La temporada 2025-26 podría ser recordada como la de las lesiones, o como el punto de inflexión. Depende de si la NBA escucha. Para los Warriors, todo pende de un hilo —o de una rodilla. Curry volverá pronto, pero ¿a qué costo? Kerr lo sabe: sin salud, no hay anillo.