🔥 “Fui abandonado… y entonces Stephen Curry me encontró.” Después de 19 años de silencio, el hombre que llama a Curry “El Salvador” rompe su silencio, y lo que revela no solo es impactante, sino algo que Curry nunca quiso que el mundo supiera.
El sol de Charlotte se ponía cuando un niño de diez años lloraba solo en un parque abandonado. Marcus Johnson había sido dejado allí por su madre adicta con una mochila rota y una nota que decía “no puedo más”.

Los columpios oxidados crujían con el viento mientras Marcus se acurrucaba bajo un banco. Nadie lo buscaba y la policía local archivaba el caso como “menor fugitivo” sin investigar más. Al día siguiente un coche familiar se detenía cerca del parque. Dell Curry bajaba con sus hijos Stephen y Seth para practicar tiros en la cancha pública cercana. Stephen, de once años, vio al niño temblando y se acercó con una botella de agua. “¿Estás bien?”, preguntó con la voz suave que años después sería famosa en entrevistas.
Marcus no respondió pero aceptó el agua y el sándwich que Stephen sacó de su mochila. Los hermanos Curry insistieron en llevarlo a casa para que su madre llamara a servicios sociales. Sonya Curry preparó comida caliente mientras Dell contactaba a las autoridades.
Marcus pasó la noche en el sofá de los Curry antes de ser trasladado a un hogar temporal. Durante meses Stephen visitaba a Marcus en el centro de acogida. Le llevaba cómics y lo invitaba a los entrenamientos familiares donde Dell enseñaba fundamentos a sus hijos.
Marcus recordaba cómo Stephen le prestaba sus zapatillas demasiado grandes. “Un día serás más alto que yo”, bromeaba el futuro MVP mientras Marcus fallaba tiros al aro. La conexión se rompió cuando Marcus fue adoptado por una familia en Ohio. Los Curry perdieron contacto pero Stephen guardó una foto polaroid de ambos en su habitación. Diecinueve años después Marcus regresó a Charlotte como técnico de sonido. Trabajaba en el Spectrum Center durante un partido de los Warriors contra los Hornets.
Durante el calentamiento Stephen lo reconoció al instante entre el personal. Los ojos del MVP se llenaron de lágrimas mientras abrazaba a su amigo de infancia perdido. La seguridad intentó intervenir pero Curry los detuvo. “Es familia”, dijo simplemente antes de llevar a Marcus al vestuario para presentar al equipo. Esa noche Marcus contó su historia en el podcast de los Warriors. Reveló cómo la bondad de los Curry le salvó la vida y lo motivó a graduarse en ingeniería de sonido.
Stephen escuchaba en silencio con la cabeza baja. Nunca había hablado públicamente de aquel episodio porque consideraba que ayudar era su deber, no algo para presumir. Marcus mostraba la misma foto polaroid ahora enmarcada en su casa. “Stephen me encontró cuando nadie más lo hizo”, declaraba con voz temblorosa ante las cámaras. Los medios desenterraron registros policiales de 2006. Confirmaban el abandono de Marcus y la intervención de la familia Curry que evitó que terminara en el sistema de menores.
Sonya recordaba haber guardado ropa para Marcus durante meses. Esperaba que regresara pero entendía que la adopción era lo mejor para su estabilidad. Dell explicaba que enseñó a sus hijos que el baloncesto era secundario. La verdadera victoria estaba en ayudar a quien lo necesitaba sin esperar reconocimiento.
Stephen organizó una cena privada con Marcus y sus familias. Los hijos de ambos jugaban juntos mientras los adultos revivían recuerdos de aquella cancha oxidada. Marcus revelaba que siguió la carrera de Curry desde lejos. Cada triple anotado era un recordatorio de que los sueños eran posibles incluso desde el fondo.
Los Warriors crearon una fundación conjunta con Marcus. El programa “Encontrados en la Cancha” ayudaría a niños abandonados a través del deporte. Stephen donó un millón de dólares iniciales. Insistió en que su nombre no apareciera en los documentos porque la causa era más grande que él. Marcus trabajaba ahora como director del programa. Viajaba por el país identificando parques abandonados para convertirlos en centros comunitarios seguros.
La historia viralizó en redes con millones de compartidos. Padres contaban cómo enseñaban a sus hijos la lección de bondad de los Curry. Los antiguos compañeros de Marcus en el hogar de acogida contactaban. Muchos habían visto el podcast y querían agradecer a Stephen por salvar a su amigo. Charlotte declaraba el día del reencuentro como “Día de los Encontrados”. El parque donde todo comenzó sería renovado con una placa conmemorativa.
Stephen visitaba el parque renovado con sus hijas. Les contaba la historia de Marcus mientras practicaban tiros en la cancha recién pintada. Marcus publicaba actualizaciones del programa en Instagram. Cada niño rescatado era etiquetado como “otro Stephen en potencia” recordando el impacto de un gesto. Los medios intentaban presionar a Curry para más detalles. El MVP mantenía su silencio público pero apoyaba a Marcus en cada paso.
La esposa de Marcus daba a luz a su primer hijo. Lo llamaron Stephen en honor al hombre que cambió sus vidas diecinueve años atrás. Los Warriors dedicaban cada victoria en Charlotte a Marcus. Stephen anotaba triples señalando al cielo donde su amigo observaba desde el túnel. La fundación crecía exponencialmente con donaciones anónimas. Rumores sugerían que Stephen duplicaba cada aporte sin revelarlo.
Marcus organizaba campamentos de verano gratuitos. Niños de todo el país llegaban para aprender baloncesto y valores con el hombre que fue salvado. Stephen aparecía sorpresivamente en los campamentos. Firmaba autógrafos y jugaba uno contra uno con los niños más tímidos. La placa en el parque rezaba “Aquí comenzó una amistad que cambió vidas”. Miles de visitantes se fotografiaban frente a ella diariamente.
Marcus escribía un libro sobre su experiencia. Stephen prologaba con una carta emotiva que nunca quiso hacer pública. Los hijos de Stephen y Marcus crecían juntos. Las familias pasaban vacaciones compartidas recordando cómo todo inició en un banco oxidado. La NBA reconocía el programa con un premio comunitario. Stephen aceptaba en nombre de Marcus insistiendo en que él era el verdadero héroe. Charlotte renombraba la calle del parque como “Calle Stephen y Marcus”. Los vecinos celebraban con un partido comunitario anual.
Marcus revelaba que Stephen pagó su universidad. El MVP lo hizo anónimamente a través de una beca que llevaba el nombre de Dell Curry. Los antiguos entrenadores de Marcus contactaban emocionados. Recordaban al niño callado que llegó gracias a la intervención de una familia famosa. Stephen mantenía la foto polaroid en su casillero. La mostraba a nuevos compañeros explicando por qué jugaba con propósito. Marcus dirigía ahora cien centros en todo el país. Cada uno tenía una cancha con el logo de “Encontrados” y la historia enmarcada.
Los niños del programa enviaban cartas a Stephen. El MVP respondía personalmente a cada una con consejos de vida y baloncesto. La historia inspiraba documentales y películas. Stephen rechazaba participar porque “la historia es de Marcus, no mía”. Marcus visitaba escuelas contando su testimonio. Los estudiantes preguntaban cómo encontrar a su propio Stephen cuando se sentían solos.
Stephen organizaba clínicas privadas para niños del programa. Enseñaba que el verdadero triple era levantar a alguien que había caído. Diecinueve años después el parque era un oasis verde. Familias jugaban donde Marcus una vez lloró solo gracias a un niño con una botella de agua. Marcus cerraba cada charla con la misma frase. “Fui abandonado y entonces Stephen Curry me encontró, ahora yo encuentro a otros”.