Comenzó con un solo deseo desde una cama de hospital. Liam Parker, un niño de siete años de Manchester con ojos brillantes que luchaba contra un tumor cerebral maligno, les dijo a sus médicos y padres que todo lo que quería era hablar con su heroína: Emma Raducanu. La joven campeona de tenis lo había inspirado desde su victoria en el Abierto de EE. UU. 2021, y durante cada doloroso tratamiento, Liam mantenía una foto de Emma junto a su cama, susurrando: “Si ella puede luchar en la pista, yo puedo luchar aquí”.

Al principio, el personal del hospital no creía que fuera posible. Emma estaba ocupada preparándose para su gira europea, y las solicitudes como esa solían tardar semanas, incluso meses. Pero el destino —y quizás la bondad— tenían otros planes. En solo tres días, el equipo de Emma se puso en contacto. Ella había oído hablar de Liam, y su respuesta fue simple pero poderosa:
“Organicemos la llamada. Quiero verlo.”
La llamada se programó para una tranquila tarde de jueves. Los padres de Liam, Tom y Rachel Parker, se sentaron a su lado, conteniendo las lágrimas cuando el rostro de Emma apareció en la pantalla de la tableta. Ella sonrió con calidez, saludó con la mano y dijo:
“Hola, campeón, me han dicho que has sido más fuerte que todos nosotros juntos.”
Durante veinte minutos hablaron de tenis, de valentía y de sueños. Liam le preguntó si alguna vez sentía miedo antes de los grandes partidos. Emma asintió suavemente y respondió:
“Por supuesto. Pero ser valiente no significa no tener miedo. Significa jugar de todas formas.”
Pero lo que ocurrió después convirtió una simple videollamada en algo inolvidable.
Solo 48 horas después, Emma Raducanu apareció en el Hospital St. Mary’s, en persona. Sin cámaras. Sin prensa. Solo Emma, con una sudadera sencilla y una pequeña bolsa de tenis. El personal del hospital se quedó atónito.
“No vino por publicidad,” dijo la Dra. Elaine Roberts, médica de Liam. “Vino porque le importaba.”
Emma pasó casi dos horas con Liam. Jugaron voleas suaves en la sala de terapia del hospital, usando pelotas de esponja para que él pudiera participar. Le dio su muñequera, firmó su gorra y le dijo:
“Ya ganaste tu partido más importante.”
Antes de irse, Emma le susurró algo a Liam que solo sus padres escucharon:
“Cuando te recuperes, te estaré esperando en la pista. Jugaremos de verdad.”
Esa misma noche, una enfermera compartió una foto en línea —Emma sentada con las piernas cruzadas junto a Liam, ambos sonriendo como viejos amigos—. La publicación se volvió viral en cuestión de horas. Más de 10 millones de personas la compartieron, llamando al momento “el acto más humano de bondad en el deporte este año.”
Llegaron mensajes de todo el mundo. Otros atletas —incluidos Andy Murray, Coco Gauff y Rafael Nadal— enviaron su amor y apoyo.
“Esto es lo que hacen los verdaderos campeones,” tuiteó Murray.
Para Emma, no se trataba de fama.
“Hoy no se trataba de ser tenista,” dijo en una entrevista posterior. “Se trataba de ser humana. Liam me recordó que la fuerza no siempre es física —a veces es simplemente negarse a rendirse.”
En las semanas siguientes, Emma cumplió su promesa. Organizó para que la familia de Liam tuviera asientos en primera fila en Wimbledon 2026, cubriendo todos los gastos ella misma.
“No quiso ningún patrocinador ni marca involucrada,” dijo Rachel Parker. “Dijo que era algo personal.”
Lamentablemente, la condición de Liam empeoró. Dos meses después, falleció pacíficamente, sosteniendo la muñequera de Emma en su mano. Sus padres compartieron una nota que había escrito, con letra temblorosa:
“Querida Emma, gracias por hacerme sentir como un ganador.”
Cuando Emma supo la noticia, rompió en llanto. En su siguiente partido, llevó un pequeño parche en la muñeca bordado con una sola palabra: “Liam.”
Tras su victoria esa noche, miró al cielo y susurró:
“Esta es para ti, campeón.”
El público no conocía toda la historia entonces, pero la emoción era innegable. Ya no se trataba solo de tenis —se trataba de amor, de valentía y de la silenciosa fuerza de un niño de siete años que le recordó a una campeona lo que significa la verdadera victoria.
Semanas después, Emma anunció la creación de The Liam Foundation, dedicada a apoyar a niños que luchan contra enfermedades terminales mediante el deporte y el acompañamiento.
“Cada niño merece sentirse como un héroe,” dijo en el lanzamiento. “Liam me mostró lo poderoso que puede ser tener esperanza.”
Y así, lo que comenzó como un simple deseo se convirtió en un legado —uno que sigue inspirando a miles de personas—.
Emma Raducanu no solo hizo una llamada telefónica. Le dio a un niño su sueño, y al hacerlo, le recordó al mundo que las mayores victorias a veces se ganan fuera de la cancha.