¡ESCÁNDALO HISTÓRICO! Dos marineros españoles capturaron a un gigante de dos cabezas de 3,5 metros en 1673. Asesinado y momificado, ahora está en el Museo de Baltimore. Un misterio que desafía la historia.
El hallazgo que ha sacudido a historiadores y científicos de todo el mundo comenzó con una antigua crónica marítima española de 1673. En ella, se narra cómo dos marineros capturaron a un ser gigantesco con dos cabezas y un cuerpo de más de tres metros y medio de altura.

Según el registro, el encuentro ocurrió en una isla desconocida del Atlántico Norte durante una expedición de exploración. Los marineros, atónitos ante el ser, lograron reducirlo con redes y lanzas tras una confrontación que duró más de una hora.
El “gigante de dos cabezas” —como fue llamado en los documentos— fue llevado a bordo y posteriormente asesinado por temor a que escapara. Los relatos indican que su piel fue tratada con hierbas y resinas, proceso que lo momificó parcialmente durante el viaje de regreso.
Años más tarde, según varias fuentes, los restos del ser llegaron misteriosamente al puerto de Cádiz. De allí, pasaron a manos privadas antes de ser enviados al Nuevo Mundo, donde terminaron, según documentos del siglo XIX, en un museo de la ciudad de Baltimore, Estados Unidos.
El supuesto “gigante bicéfalo” ha permanecido en exposición limitada, guardado en una sala de colecciones especiales que rara vez se abre al público. Sin embargo, investigadores modernos han comenzado a reexaminar la momia con tecnologías avanzadas, generando controversia y fascinación global.
El antropólogo Dr. Miguel Herrera, experto en anomalías biológicas, asegura que las pruebas fotográficas y los escaneos preliminares sugieren una estructura ósea real y no una falsificación. “La simetría de las dos cabezas es anatómicamente coherente. Si es un fraude, está hecho con una precisión asombrosa”, afirmó.
Los estudios de carbono realizados en pequeñas muestras de tejido apuntan a una antigüedad de entre 1600 y 1700, coincidiendo con las fechas de los registros marítimos españoles. Sin embargo, el museo ha evitado confirmar públicamente la autenticidad de los restos por razones éticas y científicas.
El mito del gigante de dos cabezas ha sido recurrente en la historia. Desde las leyendas nórdicas hasta los relatos amazónicos, muchas culturas mencionan seres colosales con duplicaciones anatómicas, símbolos de poder y castigo divino. Pero el caso de Baltimore podría ser la primera evidencia física documentada.
Algunos historiadores sostienen que los marineros pudieron haber interpretado erróneamente a un espécimen animal deformado, mientras otros creen que la criatura representa una mutación humana extrema o incluso un caso de fusión gemelar ocurrido en escala descomunal.
Los registros de la época describen al ser como de “piel bronceada, cabellos largos y oscuros, dientes blancos como el marfil y una voz profunda que resonaba como dos hombres hablando al unísono”. Este detalle ha capturado la imaginación de escritores y documentalistas durante siglos.
El Museo de Historia Natural de Baltimore ha mantenido silencio oficial, pero fuentes cercanas confirman que un nuevo estudio de ADN está en marcha, utilizando tecnología de extracción genética de última generación aplicada a restos momificados.
El interés mediático ha crecido exponencialmente, con teorías que van desde la manipulación genética prehistórica hasta la existencia de una raza perdida de gigantes bícefalos que habitaron regiones del Atlántico antes de la era moderna.
La periodista Lucía Fernández, autora del libro “Gigantes del Pasado: los Enigmas de la Antigüedad”, asegura que este caso podría reescribir lo que sabemos sobre la evolución humana. “Si el espécimen resulta auténtico, sería la prueba de que nuestra historia biológica es mucho más compleja de lo que creemos.”
Los escépticos, sin embargo, argumentan que todo podría tratarse de una creación del siglo XIX, cuando el interés por lo “extraordinario” llevó a falsificadores y taxidermistas a fabricar seres imposibles para los museos de curiosidades.
Aun así, la radiografía digital realizada recientemente muestra articulaciones y estructuras musculares coherentes con un ser orgánico, no una escultura. Esta evidencia ha revivido el debate en las comunidades científicas y arqueológicas sobre la línea que separa el mito de la realidad.
El gigante bicéfalo de Baltimore también ha despertado interés en España, donde historiadores del Archivo Naval de Cádiz buscan los documentos originales de la expedición de 1673. Si estos registros se autentican, podrían conectar oficialmente el descubrimiento con la era dorada de la exploración marítima española.
Además, algunos investigadores señalan que otras momias o restos gigantes descritos en archivos coloniales de América Latina podrían estar relacionados. Varios informes del siglo XVIII mencionan esqueletos de tamaño anormal hallados en Perú y México, aunque ninguno con doble cabeza.
El impacto de este caso va más allá del morbo histórico: plantea preguntas sobre nuestra percepción de lo posible. ¿Hasta qué punto la ciencia moderna está preparada para aceptar una anomalía que contradiga las leyes biológicas establecidas?
El Dr. Herrera concluye: “Cada descubrimiento que desafía lo conocido nos obliga a reexaminar nuestros límites. Quizás este gigante, real o simbólico, representa precisamente eso: el reflejo de nuestra sed por entender lo que yace más allá del entendimiento.”
Mientras tanto, el gigante de dos cabezas sigue descansando en una vitrina cerrada, bajo estricta temperatura y vigilancia. Su mirada doble, fija y silenciosa, parece observarnos con la pregunta que lleva más de tres siglos sin respuesta.
¿Es el gigante de 1673 una invención de marineros supersticiosos… o la última huella de una especie olvidada? El tiempo —y la ciencia— serán los únicos capaces de resolver este misterio que desafía la historia.