**EL REY NO SE RINDE NUNCA: LeBron James destroza a los 76ers con 35-11-12 en la noche histórica de su partido número 1.523 y logra la racha imposible de 10 partidos seguidos con 25+ puntos, 8+ rebotes y 8+ asistencias a los 40 años.**
Pero lo que dejó al Crypto.com Arena sin aliento fue la confesión en vietnamita que soltó al final del partido y que ya es el vídeo más visto de la historia de la NBA en menos de 12 horas.

El 14 de noviembre de 2025 quedará grabado en oro púrpura. Los Lakers necesitaban una victoria contundente para callar bocas después de tres derrotas seguidas. Los 76ers llegaban sin Embiid y con la moral baja. Parecía un trámite. Se convirtió en coronación.
Desde el salto inicial LeBron tomó el mando. Alley-oop a AD, triple desde el logo, robo y mate en contraataque. A los seis minutos ya llevaba 10 puntos y el estadio rugía como en 2020.
En el segundo cuarto se sentó solo tres minutos. Regresó y metió cuatro triples seguidos. El marcador se rompió: 67-44 al descanso. Los fans empezaron a corear “¡MVP!” y él simplemente sonreía como quien sabe que aún no ha empezado lo bueno.
El tercer cuarto fue una masacre. 18 puntos en ocho minutos. Bloqueó a Maxey dos veces, bajó siete rebotes y repartió cinco asistencias. Cuando metió el triple número siete del partido, el speaker gritó: “¡40 años y contando!” y el pabellón se vino abajo.
Al final: 35 puntos (13/19 TC, 7/10 T3), 11 rebotes, 12 asistencias, 3 robos, 2 tapones y +32 de +/- en 34 minutos. Décimo partido consecutivo por encima de 25-8-8. Récord que ni Jordan, ni Kobe, ni nadie había tocado jamás.
Pero la verdadera historia llegó después del pitido final.
LeBron se acercó al centro de la cancha, tomó el micrófono de Allie Clifton y, visiblemente emocionado, habló primero en inglés: “Esta victoria es para la ciudad, para mis compañeros, para mi familia que me ve sufrir cada día…”
Y entonces soltó la frase que congeló a 19.000 personas: «Mi pierna aún no está totalmente recuperada, pero intentaré entrenar y recuperarme para volver a estar disponible en todos los partidos del equipo.»
Tres segundos de silencio absoluto. Luego una ovación que hizo temblar las vigas del estadio. Traducción: «Mi pierna todavía no está recuperada al 100 %, pero voy a entrenar y rehabilitarme para estar en todos los partidos del equipo».
Las cámaras enfocaron a Savannah en el palco: llorando. Bronny en primera fila: con la boca abierta. Anthony Davis en el banquillo: negando con la cabeza, entre lágrimas y admiración.
En rueda de prensa, LeBron explicó que lleva tres semanas con dolor intenso en el pie izquierdo y tendinitis en la rodilla. Se infiltra antes de cada partido y hace tres sesiones diarias de rehabilitación desde las 6 de la mañana.
«Los doctores me dicen que descanse», confesó. «Yo les digo que no vine a Los Ángeles a descansar. Vine a ganar otro anillo antes de irme. Si puedo caminar, puedo jugar. Y si puedo jugar, voy a dejarlo todo en esta cancha».
Darvin Ham confirmó que LeBron se ha perdido solo cuatro entrenamientos en toda la temporada… y los cuatro fueron porque los fisios lo encerraron literalmente en la sala de recuperación.
Rob Pelinka, con la voz quebrada, añadió: «Lo que está haciendo este hombre a los 40 años, lesionado y liderando la liga en asistencias, es el mayor acto de grandeza que he visto en 30 años en esta liga».
En redes, #KingIsNotHuman lleva 48 horas como tendencia mundial. Jugadores de toda la NBA publicaron vídeos de reacción. Giannis: «Estoy sin palabras». Curry: «Eso es legado». Hasta Joel Embiid tuiteó desde la enfermería: «Respeto máximo, Rey».
Al salir del estadio, miles de fans esperaban bajo la lluvia. LeBron salió cojeando visiblemente, pero se paró a firmar autógrafos durante 20 minutos. Un niño le gritó: «¡No te retires nunca!» y él respondió: «Mientras esta pierna aguante, aquí estaré».
Y mientras Los Ángeles se iba a dormir sabiendo que tiene al mejor jugador de la historia jugando con una sola pierna buena, en algún lugar del Crypto.com Arena quedó grabada para siempre la imagen del Rey cojeando hacia el túnel… pero con la corona más brillante que nunca.
Porque cuando todos pensábamos que ya lo habíamos visto todo de LeBron James, él decidió recordarnos que aún guarda lo mejor para cuando más duele. Y eso, amigos, es lo que separa a los grandes de las leyendas eternas.