ULTIMA HORA: El Atlético de Madrid gana 1–0, pero la verdadera explosión ocurrió después del pitido final. 👇

El Coliseum Alfonso Pérez aún vibraba con el eco del pitido final cuando la tormenta estalló de verdad. El Atlético de Madrid se había impuesto por la mínima, 1-0, en un derbi madrileño que había sido un auténtico pulmón para los aficionados: un autogol de Domingos Duarte en el minuto 82 que había desatado la alegría colchonera y la frustración azulona. Pero nadie, ni el más acérrimo seguidor del cholismo, podía imaginar que el verdadero espectáculo –o el escándalo, según se mire– iba a desatarse en el túnel de vestuarios, lejos de las cámaras principales, pero capturado en un vídeo que se ha viralizado a velocidad de vértigo en redes sociales. ÚLTIMA HORA: El Atlético gana 1-0, pero la verdadera explosión ocurrió después del pitido final. Y vaya si explotó.

Todo comenzó de la forma más previsible en un derbi como este. Diego Simeone, fiel a su manual, alineó un 4-4-2 rocoso con Juan Musso en portería –Jan Oblak seguía con molestias–, Nahuel Molina y José María Giménez en los laterales, y un mediocampo blindado por Koke, que alcanzaba su partido 700 con el club, y Pablo Barrios. Arriba, la dupla letal de Antoine Griezmann y Julián Álvarez, el argentino que llegó del Manchester City para revolucionar el ataque colchonero. Por su parte, José Bordalás, maestro de la trinchera, apostó por un 5-3-2 con David Soria bajo palos, una muralla defensiva liderada por Djené y el propio Duarte, y Borja Mayoral como ariete solitario, flanqueado por las bandas de Adrián Liso y Mauro Arambarri.

El partido fue un reflejo perfecto de lo que ambos entrenadores representan: Simeone y su intensidad asfixiante contra Bordalás y su pragmatismo chamuscado. El primer tiempo transcurrió en un ida y vuelta de faltas, tarjetas y pelotazos largos. El árbitro, Guillermo Cuadra Fernández, sacó seis amarillas en solo 45 minutos –tres por lado–, incluyendo una polémica a Marcos Llorente por una entrada sobre Luis Milla que dejó al mediocentro getafense cojeando. Las ocasiones brillaron por su ausencia: un remate desviado de Griezmann en el 23′ y un cabezazo de Mayoral que Musso desvió al córner en el 38′. El Coliseum, con 15.000 almas en las gradas –aforo limitado por obras–, rugía con cánticos cruzados: “¡A por ellos!” contra “¡Geta, Geta!”.

La segunda mitad no mejoró el guion. Simeone movió el banquero pronto: fuera Álvarez y Koke, dentro Alexander Sørloth y Giacomo Raspadori, buscando frescura en las bandas. Bordalás respondió con Mario Martín por Liso, reforzando el medio para ahogar al Atleti. El reloj corría en contra de los locales, que presionaban alto pero sin puntería. Hasta que llegó el minuto 82. Centro milimétrico de Raspadori desde la derecha, Griezmann se eleva como un resorte… y Duarte, en su intento desesperado de despeje, la clava en su propia red. 0-1. El Coliseum enmudeció. Simeone saltó del banquillo como un poseso, abrazando a sus ayudantes. Griezmann corrió hacia la grada colchonera, besando el escudo. Tres puntos de oro que colocan al Atleti cuarto con 28 puntos, a solo dos del Barça y el Madrid.

Pero el fútbol, como la vida, reserva sus giros más crueles para el epílogo. Con el pitido final, los jugadores se fundieron en abrazos en el centro del campo. Simeone, siempre el último en irse, se acercó a Bordalás para el apretón de manos ritual. “Buen partido, José”, se oyó decir al Cholo, según fuentes cercanas. Bordalás, visiblemente cabreado –su equipo había rozado el empate con un palo de Arambarri en el 93’–, respondió con un “Enhorabuena, pero os habéis hartado de teatro”. Y ahí, en ese intercambio de cortesías, saltó la chispa.

Lo que siguió fue caos puro. Mientras los colchoneros se dirigían al túnel, un grupo de ultras getafistas –identificados después como miembros de la peña “La Resistencia”– comenzaron a lanzar objetos desde la grada baja: botellas de agua, bufandas e incluso un mechero que impactó en la espalda de Nahuel Molina. El lateral argentino se giró, furioso, y gritó hacia las gradas: “¡Venga ya, cabrones!”. En ese instante, varios jugadores del Getafe, liderados por Djené, se interpusieron para calmar los ánimos. Pero el fuego ya estaba encendido. Desde el túnel, emergieron dos auxiliares del Atleti que habían sido increpados minutos antes por un asistente de Bordalás durante una pausa por hidratación.

El vídeo, grabado por un aficionado con móvil desde la zona noble y subido a X (antes Twitter) en menos de dos minutos, muestra el pandemonio: empujones entre staff técnico, un cono de entrenamiento lanzado al aire que casi impacta en el portero David Soria, y Simeone en el centro, separando a sus jugadores de un corrillo que amenazaba con derivar en pelea mayor. “¡Basta, joder! ¡Esto es fútbol, no una guerra!”, se le oye gritar al entrenador argentino, mientras Koke y Giménez forman un escudo humano alrededor de Griezmann, que recibe insultos personales desde la grada. Bordalás, por su parte, intenta mediar con sus defensas, pero Arambarri –el héroe frustrado del palo– pierde los nervios y lanza un escupitajo al aire, que no impacta en nadie pero enciende las redes al instante.

La Policía Nacional intervino en 30 segundos, evacuando a los ultras implicados –tres detenidos por lanzamiento de objetos y alteración del orden público, según el comunicado oficial del club–. La RFEF ha abierto expediente disciplinario a ambos equipos, con posibles multas y un derbi a puerta cerrada en el próximo enfrentamiento. En redes, el hashtag #ExplosiónColiseum ya supera los 500.000 usos en una hora. “Esto es el fútbol que odiamos: no el 1-0, sino el circo post-partido”, tuiteó un aficionado neutral. Otro, colchonero de pura cepa, defendió: “Nos han ganado en el campo, pero en el túnel nos han intentado ganar con salvajadas. Força Atleti”.

Simeone, en declaraciones a pie de campo antes de subirse al bus, fue tajante: “Hemos ganado con sudor y un poco de suerte, pero lo de después es lamentable. No representamos eso. Mis chicos han estado ejemplares”. Bordalás, más comedido en rueda de prensa, lamentó: “Estamos dolidos por el resultado, pero no por el final. Si hay que sancionarnos, que sea parejo. Esto mancha el derbi”. Griezmann, el más afectado –recibió un corte en la mano por un empujón–, posteó en Instagram una foto del escudo rojiblanco con el caption: “Tres puntos y la cabeza alta. A por el Inter el miércoles. #AupaAtleti”.

Esta victoria, sufrida y controvertida, mantiene al Atlético en la pelea por LaLiga. Con el Inter de Milán en Champions el miércoles –un duelo que huele a octavos–, Simeone tendrá que recomponer no solo el físico de sus jugadores, sino el ánimo de un vestuario que ha visto cómo un derbi rutinario se convierte en noticia mundial por los peores motivos. El Getafe, séptimo con 17 puntos, encaja su segunda derrota seguida y ve alejarse los sueños europeos, pero Bordalás ya mira al Elche el viernes: “Esto nos hace más fuertes”.

En el fondo, este episodio recuerda por qué el fútbol español es el mejor del mundo: pasión desbordada, rivalidades ancestrales y, a veces, explosiones que dejan más preguntas que respuestas. ¿Culpa de los ultras? ¿De los entrenadores? ¿O del propio ADN madrileño? Lo cierto es que, mientras el Coliseum se vacía entre abucheos y aplausos, el Atleti suma y sigue. Pero la verdadera lección de esta última hora es que en el fútbol, el pitido final nunca lo es del todo. La explosión, amigos, apenas comienza.

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