Los Warriors solían depender demasiado de Curry… Pero ahora, con Curry pudiendo descansar más a sus 37 años, Moody ha irrumpido y lo ha cambiado todo. Cada tiro, cada ataque suyo deja a los fans boquiabiertos. No creerás lo que hizo al final del partido… 👇

Los Warriors solían depender demasiado de Curry… Pero ahora, con Curry pudiendo descansar más a sus 37 años, Moody ha irrumpido y lo ha cambiado todo. Cada tiro, cada ataque suyo deja a los fans boquiabiertos. No creerás lo que hizo al final del partido… 👇

 

Los Golden State Warriors llevaban años siendo sinónimo de Stephen Curry. Todo giraba alrededor del base de 37 años. Cuando él descansaba, el equipo parecía otro. Los rivales respiraban aliviados al verlo en el banco.

Eso pertenecía al pasado. Esta temporada algo cambió drásticamente. Moses Moody, el alero de 23 años que apenas tenía minutos, ha explotado de forma inesperada. Ya no es una promesa. Es una realidad que aterroriza a las defensas.

El partido del 16 de noviembre de 2025 contra los New Orleans Pelicans fue la noche en que el mundo del baloncesto se dio cuenta. Los Warriors llegaban con Curry visiblemente agotado tras el viaje. El Chase Center estaba en silencio cuando Steph se sentó en el minuto 8 del primer cuarto.

Entonces apareció Moody. El joven entró con la camiseta número 4 y, en menos de tres minutos, anotó tres triples consecutivos. El Smoothie King Center enmudeció. Los propios compañeros de los Pelicans se miraban incrédulos. Nadie esperaba eso.

En el primer cuarto anotó 21 puntos con 7 triples de 8 intentos. Siete. En doce minutos. Era como ver a un Curry de 23 años resucitado en otro cuerpo. Los comentaristas perdieron la voz. Los memes empezaron a circular antes de que terminara el cuarto.

Curry, desde el banco, sonreía como nunca. Por primera vez en años podía descansar sin que el equipo se derrumbara. De hecho, los Warriors terminaron el primer cuarto ganando 44-28. Nunca habían comenzado tan fuerte sin su estrella en cancha.

El segundo cuarto fue más de lo mismo. Moody siguió encendido. Otro triple desde el logo. Otro más en transición tras robo de Draymond. Los 32 puntos llegaron antes del descanso. Era su récord de carrera… y todavía quedaban 24 minutos de partido.

Los Pelicans intentaron todo. Doble marca, cambio defensivo, presión alta. Nada funcionaba. Moody leía cada pantalla como un veterano de 15 años. Cada pase extra terminaba en sus manos y cada balón tocado acababa dentro del aro.

Lo más impresionante fue su calma. A los 23 años, con el estadio en contra y los focos encima, no tembló ni una vez. “Estaba en trance”, diría después Jimmy Butler. “Nunca vi algo así de un chico tan joven”.

Cuando llegó el último cuarto, los Warriors ganaban por 22. El partido estaba sentenciado, pero Moody seguía en cancha. Steve Kerr no quería sacarlo. Los fans pedían más. Y entonces llegó el momento que nadie olvidará jamás.

Quedaban 42 segundos. Pelicans había bajado los brazos. Moody recibió en la esquina izquierda, amagó el pase, dio un paso atrás… y lanzó desde casi medio metro detrás de la línea de tres. El balón entró limpio. 11 triples en un partido. Récord de la franquicia empatado con Klay Thompson.

Pero no terminó ahí. En la siguiente posesión robó el balón, corrió la cancha solo y, en vez de mate fácil, se paró detrás de la línea de tres otra vez. Swish. Doce triples. Récord absoluto de los Warriors. El banquillo estalló. Curry saltaba como un niño.

El marcador final fue 124-106, pero ya nadie hablaba del resultado. Todo era Moody. 36 puntos, 12/16 en triples, 6 rebotes, 3 robos. Números irreales. El joven que apenas promediaba 6 puntos el año pasado acababa de hacer historia.

Después del partido, Curry se acercó a él en el túnel. Le dio un abrazo largo y le dijo algo al oído. Las cámaras captaron el momento. Moody solo asintió emocionado. Más tarde se supo qué le dijo Steph: “Ya no soy yo el que lleva esto. Ahora eres tú”.

Los periodistas rodearon a Moody en la rueda de prensa. “¿Cómo explicas lo de hoy?”, le preguntaron. Él solo sonrió: “Llevo cinco años esperando este momento. Hoy simplemente llegó”. Luego añadió algo que heló la sangre a media liga: “Y esto no es ni el 50% de lo que puedo hacer”.

En el vestuario, Draymond Green bromeaba: “Ya podemos jubilar a Steph tranquilo. Tenemos al nuevo chef”. Curry reía, pero en el fondo sabía que era verdad. Por primera vez en más de una década, los Warriors tenían un plan B real. Uno que asusta más que el plan A.

Al día siguiente, las portadas de todo el mundo eran iguales: “Moody 36 puntos – 12 triples”, “El heredero ha llegado”, “Curry puede retirarse cuando quiera”. Las camisetas número 4 se agotaron en la tienda online en menos de dos horas.

Y lo más loco de todo: esto fue solo un partido de noviembre. Temporada regular. Quedan más de 60 encuentros. Si Moody mantiene aunque sea la mitad de este nivel, los Warriors no solo serán contendientes otra vez. Serán el equipo más temido de la liga.

Porque ya no dependen de un solo hombre de 37 años. Tienen a un chico de 23 que acaba de anunciar al mundo que está listo para tomar el trono. Y lo hizo con 12 triples y una sonrisa.

La dinastía no terminó. Solo cambió de manos. Y nadie vio venir lo rápido que sucedería.

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