EL LEGADO SANGRIENTO DEL MÁS FAMOSO EJECUTOR DE LOS NAZIS: Johann Reichhart – El verdugo que decapitó a 3,000 personas, Sophie Scholl también murió a su mano.

Advertencia de contenido: Este artículo analiza acontecimientos históricos relacionados con ejecuciones y el uso de la pena capital por parte del régimen nazi, que pueden resultar angustiosos. Su objetivo es educar sobre los mecanismos del terrorismo de Estado y la importancia de la justicia, fomentando la reflexión sobre los derechos humanos y los peligros del autoritarismo.

Johann Reichhart (1893-1947), el último verdugo estatal de Alemania, sirvió durante la era nazi y guillotinó a más de 3.000 personas entre 1933 y 1945, incluidos disidentes políticos, judíos y otras personas atacadas por el régimen. De una familia de ocho generaciones de verdugos, el papel de Reichhart pasó de ser una profesión estigmatizada a una herramienta de control nazi. Al unirse al Partido Nazi en 1937, se volvió indispensable para imponer el miedo a través de espectáculos públicos. Este análisis, basado en fuentes verificadas como Wikipedia y relatos históricos de los Archivos del Estado de Baviera, proporciona una descripción objetiva de la vida, la carrera de Reichhart y las complejidades éticas de su servicio, fomentando el debate sobre la militarización de la ley y el valor de los derechos humanos.

Legado familiar y carrera temprana

Johann Reichhart nació el 20 de febrero de 1893 en Haarbach, Baviera, en un linaje de verdugos que se remonta al siglo XVII. Su padre, Johann Nepomuk Reichhart, ocupó el cargo en Baviera de 1907 a 1921. La profesión, alguna vez rechazada y hereditaria, implicaba la guillotina, un método introducido en Baviera en 1813. El joven Johann fue aprendiz de su padre, aprendiendo la mecánica y los rituales del oficio.

Modelo réplica de guillotina

Después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), donde sirvió brevemente, Reichhart asumió el cargo de verdugo de Baviera en 1921 a la edad de 28 años, ganando 100 Reichsmarks por ejecución. La República de Weimar (1918-1933) vio un uso limitado de la pena capital, pero Reichhart ejecutó a 316 personas en 1933, incluidos asesinos y criminales políticos.

Ascenso bajo los nazis

El nombramiento de Adolf Hitler como canciller el 30 de enero de 1933 amplió la pena de muerte para reprimir la disidencia. Los nazis aprobaron leyes como la Ley de Prácticas Maliciosas (marzo de 1933), que permitía ejecuciones por “delitos políticos”. Reichhart consiguió un contrato con el Ministerio de Justicia de Baviera ese año, lo que le garantizaba un salario estable y elevaba su estatus de paria a funcionario del Estado.

Las ejecuciones se convirtieron en propaganda pública, filmada en noticieros para infundir miedo. Reichhart guillotinó a víctimas de alto perfil, entre ellas Marinus van der Lubbe por el incendio del Reichstag (1933) y Sophie Scholl de la Rosa Blanca (1943). En 1937, se unió al Partido Nazi (5.598.304 miembros), alineándose con el régimen. Su eficiencia (ejecutando hasta 80 personas en un día en la prisión de Brandenburg-Görden) lo convirtió en el verdugo más activo del Tercer Reich, responsable de 2.484 muertes entre 1933 y 1945, además de 500 prenazis.

Métodos y costo psicológico

Reichhart utilizó la guillotina, un dispositivo rápido pero aterrador, para decapitar. Las ejecuciones eran ritualizadas: los prisioneros caminaban hasta el cadalso, con las cabezas colocadas debajo de la espada, cayendo en 0,05 segundos. A pesar de la velocidad, Reichhart reivindicaba el desapego moral, considerándolo un deber. Después de la guerra, expresó su pesar por ejecutar a inocentes como los estudiantes de la Rosa Blanca, pero justificó su papel como obediencia.

libro de historia del verdugo

El sistema nazi lo convirtió en un arma; purgas políticas, incluida la Noche de los cuchillos largos (1934) y miembros de la resistencia, llenaron su libro de contabilidad. Aumentaron las ejecuciones de mujeres y jóvenes, y 250 mujeres fueron guillotinadas, incluidas resistentes como Else Uhl (1943).

Juicio de posguerra y muerte

juegos familiares

Después de la rendición de Alemania en mayo de 1945, Reichhart fue arrestado por las fuerzas estadounidenses pero liberado en 1946 después de la desnazificación, clasificado como “seguidor”. Vivió tranquilamente en Altötting, Baviera, hasta su muerte por causas naturales el 3 de mayo de 1947, a la edad de 54 años. No se llevó a cabo ningún juicio por sus ejecuciones, ya que se lo consideraba una herramienta, no una persona que tomaba decisiones.

Legado y Reflexión

La carrera de Reichhart destaca la normalización de la violencia bajo el totalitarismo. Sus más de 3.000 ejecuciones lo convirtieron en un símbolo del terror nazi, pero su libertad de posguerra plantea cuestiones de justicia. Historiadores como Richard J. Evans señalan a los verdugos como él como engranajes de la máquina del régimen, y su remordimiento es selectivo.

Para los académicos, la historia de Reichhart subraya la perversión del derecho y la necesidad de establecer límites éticos.

La vida de Johann Reichhart como verdugo de Baviera, guillotinando a 3.000 personas bajo el régimen nazi, refleja el uso que hace el régimen del miedo como control. De comerciante familiar a miembro del partido, su servicio permitió purgas y asesinatos relacionados con el Holocausto. Para los entusiastas de la historia, su muerte no juzgada suscita una reflexión sobre la responsabilidad, los derechos humanos y los peligros de la discriminación. Fuentes verificadas como Wikipedia garantizan un recuerdo preciso e instan a estar alerta para prevenir ese terrorismo patrocinado por el Estado.

 

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