¡Crisis total en el Barcelona! Hansi Flick, el técnico alemán que llegó al Camp Nou con la misión de restaurar el prestigio perdido, ha encendido una mecha que podría costarle el puesto tras el vibrante empate 3-3 ante el Club Brugge en la jornada 4 de la fase de liga de la UEFA Champions League 2025-26. Según fuentes internas del vestuario blaugrana, el entrenador señaló directamente a dos jugadores como responsables del “pésimo rendimiento” que casi condena al equipo a una derrota humillante en el Jan Breydel Stadium. Sin embargo, la reacción fue inmediata y feroz: ambos futbolistas le plantaron cara en pleno vestuario, desatando un enfrentamiento verbal que ha puesto en jaque la continuidad de Flick y ha convertido el camerino culé en un polvorín a punto de estallar.

El partido del 5 de noviembre de 2025 quedará grabado como una montaña rusa emocional. El Barcelona se vio 3-1 abajo tras un doblete letal de Carlos Forbs y un tanto tempranero de Romeo Tresoldi, exponiendo una defensa que parecía hecha de papel. Solo la genialidad de Lamine Yamal —con un golazo imposible desde fuera del área y una presión que forzó el autogol de Christos Tzolis— salvó un punto que, a la postre, sabe a poco. Con 7 puntos en cuatro jornadas, el Barça ocupa la undécima plaza, lejos de las expectativas generadas por el proyecto Flick. Pero lo que ocurrió tras el pitido final es lo que realmente ha sacudido los cimientos del club.

En la charla post-partido, que se prolongó más de 45 minutos a puerta cerrada, Flick no se contuvo. Según testigos presentes, el alemán apuntó con nombre y apellidos a dos pilares de la zaga: Jules Koundé y Ronald Araújo. “¡Vuestra falta de concentración y posicionamiento nos ha costado el partido! ¡Sois los responsables directos de este desastre defensivo!”, habría gritado el entrenador, visiblemente fuera de sí. Koundé, que estrelló un balón en el poste en la primera parte pero falló en la marca de Forbs en el segundo gol belga, y Araújo, criticado por su lentitud en la transición y por perder duelos aéreos clave, fueron los señalados. Flick, conocido por su exigencia táctica, argumentó que sus errores sistemáticos están lastrando al equipo entero, que ha encajado ocho goles en los últimos tres encuentros europeos.

La respuesta no se hizo esperar. Araújo, capitán en ausencia de otros líderes y símbolo de la garra uruguaya, se levantó de inmediato: “¡Tú eres el que nos pone en posiciones imposibles con esa línea alta suicida! ¡No somos máquinas, Hansi! ¡Si tanto te molesta, cámbianos a nosotros o cámbiale tú al sistema!”. Koundé, más contenido pero igual de contundente, añadió: “Llevamos toda la temporada corrigiendo tus errores tácticos. ¿Cuántos goles más necesitamos encajar para que asumas tu parte?”. El intercambio subió de tono, con voces elevadas y gestos airados que obligaron a mediadores como Pedri y Frenkie de Jong a intervenir para evitar que la discusión derivara en algo físico. Yamal, aún eufórico por su gol salvador, observaba en silencio, pero su presencia —y el rumor de que apoya en privado a los defensores— añadió más leña al fuego.

Este choque no es un incidente aislado. La relación entre Flick y parte del vestuario lleva semanas deteriorándose. El técnico, que llegó en verano de 2024 con un currículo impecable tras su etapa en el Bayern Múnich, ha implantado un fútbol de alta presión y transiciones rápidas que, aunque efectivo en LaLiga —donde el Barça lidera con solvencia—, se desmorona en Europa ante rivales más físicos. La derrota en El Clásico ante el Real Madrid (3-1) ya generó murmullos, y el tropiezo en Mónaco (2-1) avivó las críticas. Ahora, el empate en Brujas ha sido la gota que colma el vaso. Jugadores veteranos como Robert Lewandowski, que marcó pero falló ocasiones claras, y jóvenes como Gavi, frustrado por su rol secundario, empiezan a cuestionar abiertamente las rotaciones y la rigidez táctica de Flick.
La directiva, liderada por Joan Laporta, se encuentra en una encrucijada. Fuentes cercanas al presidente revelan que ya se barajan nombres como Xavi Hernández —eterno candidato al regreso— o incluso Thomas Tuchel como recambios de emergencia. Laporta, que apostó fuerte por Flick para “reconstruir la identidad ganadora”, no quiere un cisma interno que desestabilice la temporada. Sin embargo, el apoyo masivo de la plantilla a Koundé y Araújo —considerados intocables por su peso en el grupo— complica cualquier decisión drástica. “Si despiden a Hansi, será porque el vestuario lo ha forzado”, asegura un insider. “Pero si lo mantienen, arriesgan una rebelión que podría costar LaLiga”.
En redes sociales, el hashtag #FlickOut gana tracción entre aficionados culés indignados por la fragilidad defensiva, mientras #FlickIn defienden otros que ven en el empate un punto heroico gracias a Yamal. Analistas como Gerard Romero, en su canal de Twitch, hablan de “una crisis de autoridad sin precedentes”: “Flick ha perdido el control. Cuando dos capitanes te plantan cara en público, tu crédito se agota”. Incluso la prensa belga, en tono irónico, titula: “El Brugge no solo empató en el campo, sino que desató la guerra civil en Barcelona”.
El futuro inmediato pinta turbulento. El Barça enfrenta al Elche en Liga el próximo fin de semana, un partido trampa donde cualquier tropiezo amplificaría la crisis. Flick, en rueda de prensa post-partido, evitó mencionar nombres pero dejó caer: “Algunos deben mirarse al espejo y asumir responsabilidades”. Koundé, por su parte, publicó un críptico tuit con un emoji de reloj de arena que los fans interpretan como “se acaba el tiempo”. Araújo, más diplomático, declaró a los medios: “Somos un equipo, y los problemas se resuelven dentro. Pero todos tenemos que mejorar, empezando por arriba”.
Lo cierto es que este enfrentamiento ha expuesto las costuras de un proyecto que, pese a los destellos de Yamal, Pedri y un Lewandowski en forma, carece de solidez colectiva. El Club Brugge, con solo 4 puntos, demostró que con intensidad y organización se puede doblegar a un gigante dormido. Si Flick no reconduce la situación —quizás con una disculpa pública o cambios tácticos drásticos—, su despido antes de Navidad pasa de rumor a probabilidad. Laporta, que ya vivió el culebrón Koeman-Setién, sabe que en el Barcelona la paciencia es un lujo que no existe.
Mientras el mundo espera el próximo capítulo de esta telenovela blaugrana, una cosa es clara: el empate ante el Club Brugge no fue solo un resultado; fue el detonante de una crisis que amenaza con devorar al entrenador y reconfigurar el vestuario. Koundé y Araújo han hablado, Yamal observa, y Flick camina sobre brasas. En el Camp Nou, donde las leyendas se forjan y se rompen, el reloj corre en contra del alemán. ¿Salvará su puesto con victorias convincentes o será la próxima víctima del banquillo maldito? La respuesta, en los próximos 90 minutos. Y en las próximas palabras que se crucen —o no— en el vestuario.