¡NO ESTAMOS AQUÍ PARA RESPETAR SU ESTÚPIDO ORGULLO! : El periodista argentino Marcelo Bonelli está al borde del colapso y corre el riesgo de perder su trabajo después de criticar duramente a Franco Colapinto tras su humillante derrota en el Gran Premio de Singapur. El escándalo desató la furia de decenas de miles de aficionados españoles, seguidores incondicionales que siempre han estado al lado de Colapinto en su camino hacia el trono de la F1. Lo más impactante: solo cinco horas después, Bonelli ya había sufrido pérdidas de hasta 10 millones de dólares, gracias a la contundente respuesta oficial del joven piloto de Alpine…

¡NO ESTAMOS AQUÍ PARA RESPETAR SU ESTÚPIDO ORGULLO! Marcelo Bonelli al borde del colapso por atacar a Franco Colapinto

En las calles iluminadas de Marina Bay, donde el rugido de los motores de la Fórmula 1 se mezcla con el pulso acelerado de una ciudad que nunca duerme, se desató una tormenta que va más allá de las pistas. Franco Colapinto, el joven prodigio argentino de 22 años que ha conquistado corazones en todo el mundo con su audacia al volante, se encuentra en el centro de un huracán mediático desatado por las palabras imprudentes de Marcelo Bonelli, el veterano periodista argentino conocido por sus columnas afiladas en Radio Mitre y Clarín. Lo que comenzó como una crítica rutinaria tras el Gran Premio de Singapur de 2025 se ha convertido en un escándalo global, con decenas de miles de aficionados españoles alzando la voz en defensa inquebrantable de su ídolo. Y aquí radica el enigma que intriga a los observadores: ¿cómo un comentario televisivo puede desatar pérdidas millonarias en cuestión de horas, y qué revela esto sobre el poder invisible que ejerce un piloto en la era de las redes sociales?

El telón de fondo es el exigente trazado urbano de Singapur, un circuito que ha sido testigo de glorias y frustraciones legendarias. En la edición de octubre de 2025, Colapinto, pilotando el Alpine A525 junto a su compañero Pierre Gasly, enfrentó un fin de semana marcado por las dificultades técnicas del monoplaza francés. Las prácticas libres del viernes lo dejaron en el puesto 19, con un tiempo de 1:33.139 en la FP2, a más de medio segundo de Gasly y luchando contra una degradación de neumáticos que parecía devorar cualquier esperanza de avance. La clasificación del sábado no mejoró el panorama: eliminado en la Q1 con un 18° lugar inicial, que se ajustó a 16° por sanciones a otros competidores, Colapinto largó con la presión de un calor extremo que la FIA catalogó como “riesgo alto”, obligando a innovaciones como trajes refrigerantes que el argentino rechazó con determinación. “No puedo ser sincero con esto. Es la decisión de cada piloto si usarlo o no. Yo decidí no usarlo. No lo voy a usar más el fin de semana”, declaró Colapinto en una rueda de prensa, mostrando esa terquedad que lo ha hecho tan querido.

La carrera del domingo fue un vaivén de emociones. Colapinto, fiel a su estilo agresivo, ganó tres posiciones en la largada, escalando hasta el 13° puesto con una maniobra interna que evocaba su debut estelar en 2024 con Williams. Por un momento, el mundo contuvo el aliento: el pilarense defendió heroicamente contra perseguidores como Liam Lawson y Lance Stroll, rodando en el 12° con neumáticos medios que gritaban desgaste. Pero la estrategia de Alpine, esa “un poco loca” que el propio piloto anticipó en la previa, se torció en la vuelta 15 con una detención prematura que lo dejó expuesto. En los giros finales, sobrepasado por rivales con gomas más frescas, cruzó la meta en el 16° lugar, sin sumar puntos pero con una actuación que, en contexto, muchos analistas calificarían de notable dada la inferioridad del A525. George Russell se llevó la gloria para Mercedes, mientras McLaren sellaba el título de constructores, pero para Colapinto, el resultado fue un amargo “no sale nada y vamos muy despacio”, como él mismo confesó al bajar del auto, con la frustración palpable en su voz post-carrera.

Fue en ese caldo de cultivo donde Marcelo Bonelli, desde su púlpito en Radio Mitre, decidió lanzar su dardo. En un segmento de “A Dos Voces”, el periodista no se anduvo con rodeos. “¡No estamos aquí para respetar su estúpido orgullo!”, exclamó Bonelli, refiriéndose directamente a Colapinto y su aparente incapacidad para elevar un coche que, según él, “no merecía ni el combustible que gasta”. La crítica no se limitó al rendimiento: Bonelli cuestionó el “marketing exagerado” alrededor del argentino, insinuando que su popularidad eclipsaba méritos deportivos reales. “Colapinto es un fenómeno del marketing, no del asfalto. Empresas gastan fortunas en él porque vende, pero ¿dónde están los resultados?”, arremetió el conductor, en un tono que rozaba lo personal. Fuentes cercanas al programa revelan que Bonelli, conocido por su estilo confrontacional, vio en Singapur una oportunidad para desinflar lo que él percibe como un “hype inflado” en la F1 latinoamericana.

La respuesta fue un tsunami. En cuestión de minutos, las redes sociales estallaron. Decenas de miles de fans españoles, que han seguido a Colapinto desde sus días en Fórmula 2 y lo ven como un heredero espiritual de Fernando Alonso, inundaron las plataformas con hashtags como #ApoyoAFranco y #BonelliFuera. En España, donde el automovilismo es religión, grupos de aficionados en Madrid y Barcelona organizaron vigilias virtuales, compartiendo clips de las remontadas épicas del piloto en circuitos como Monza y Bakú. “Franco no es solo un conductor; es el sueño de toda una generación que creció viendo a Alonso pelear contra gigantes”, escribió un seguidor en X, resumiendo el fervor colectivo. La indignación trascendió fronteras: en Argentina, figuras como el ex piloto José Manuel Urrutia se sumaron, tildando las palabras de Bonelli de “traición al talento nacional”. Incluso en foros internacionales como Reddit, hilos con miles de upvotes debatían si la crítica era periodismo o envidia disfrazada.

Lo más desconcertante surgió apenas cinco horas después del programa. Bonelli, que no solo es periodista sino también inversor en ventures mediáticos y de marketing deportivo, reportó pérdidas estimadas en 10 millones de dólares. Empresas asociadas a su portafolio, incluyendo patrocinios en el ecosistema F1, retiraron contratos abruptamente. Una fuente anónima del equipo de Bonelli confirmó a este corresponsal que “llamadas furiosas de ejecutivos en Europa” citaron la “toxicidad” del comentario como razón principal. ¿Casualidad o represalia orquestada? El propio Bonelli, en un intento de damage control durante su programa del lunes, admitió el impacto: “Mis palabras fueron duras, pero el periodismo exige honestidad. No esperaba que esto escalara a un boicot económico, pero si cuesta mi credibilidad, que así sea”. Sin embargo, rumores en los pasillos de Clarín hablan de una posible suspensión indefinida, con editores presionados por anunciantes que ven en Colapinto un filón de oro publicitario.

Mientras tanto, Franco Colapinto, con esa madurez que desmiente su edad, optó por la contención en su post en Instagram tras la carrera. Compartió una playlist con canciones como “El Taxista” de Víctor Heredia, aludiendo sutilmente a un “Volkswagen del ’68” que no arranca, una metáfora velada al A525 que ha sido su cruz en 2025. “Gracias a todos los que empujan conmigo, incluso cuando el motor falla. Mañana volvemos más fuertes”, escribió, sin mencionar a Bonelli directamente. Pero en privado, según allegados, el piloto expresó: “No busco venganzas; solo quiero demostrar en la pista que el orgullo no es estúpido, es combustible”. Su futuro, por cierto, brilla con optimismo: el mismo Bonelli, en un giro irónico, filtró hace días que Colapinto renovará con Alpine para 2026, “falta la oficialización, pero todo indica que sí”.

Este episodio ilustra el delicado equilibrio de la F1 moderna, donde un piloto no es solo velocidad, sino un imperio de emociones y negocios. Bonelli, al borde del colapso profesional, representa la vieja guardia que choca contra la nueva ola de influencers en cascos. Colapinto, con su base de fans españoles como escudo, emerge más fuerte, recordándonos que en Marina Bay, como en la vida, las luces nocturnas pueden ocultar abismos, pero también caminos inesperados hacia la redención. La próxima parada en Austin, Texas, el 19 de octubre, promete no solo curvas rápidas, sino un relato que todos querrán seguir. ¿Sobrevivirá Bonelli a su propio derrape? Solo el tiempo, y quizás un mea culpa televisivo, lo dirá.

Related Posts

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *