El mundo del fútbol se ha sumido en un silencio atónito esta semana, tras la inesperada declaración de Kylian Mbappé, el astro del Real Madrid y capitán de la selección francesa. En una conferencia de prensa virtual improvisada el pasado lunes, el delantero de 26 años anunció su decisión de no unirse al combinado galo para los cruciales partidos de la UEFA Nations League contra Israel e Italia, programados para el 14 y el 17 de octubre respectivamente. Aunque el torneo no es la Copa Mundial de la FIFA –un lapsus en los titulares sensacionalistas que ha circulado por las redes–, el impacto es igualmente devastador. Mbappé, con su habitual franqueza, citó una “razón personal importante” que lo obligaba a priorizar su bienestar emocional por encima de la lealtad nacional. “No puedo entrenar con la selección nacional por una razón personal importante, y creo que es la decisión correcta”, dijo, dejando a los periodistas mudos y a su entrenador, Didier Deschamps, visiblemente consternado.

La escena se desarrolló en las afueras de Madrid, donde Mbappé se encuentra recuperándose de una temporada exigente. Tras recibir la convocatoria oficial de Deschamps el viernes anterior, el jugador solicitó una reunión privada con el seleccionador. Según fuentes cercanas a la Federación Francesa de Fútbol (FFF), Mbappé llegó a la llamada con una expresión serena pero determinada. Deschamps, conocido por su mano firme y su historial de éxitos –incluyendo el título mundial en 2018–, le pidió explicaciones detalladas. “Kylian, necesitamos claridad. Eres nuestro capitán, el alma del equipo”, le habría dicho el técnico. Fue entonces cuando Mbappé, sin rodeos, reveló la verdadera causa de su ausencia: una crisis familiar profunda, desencadenada por la reciente hospitalización de su madre, Fayza Lamari, debido a complicaciones de una enfermedad crónica que ha mantenido en secreto durante meses. “Mi familia es mi prioridad ahora. No estoy en condiciones mentales para dar el 100% en el campo. Sería injusto para mis compañeros y para mí mismo”, confesó el jugador, con la voz quebrada por la emoción.
Esta revelación ha golpeado como un rayo a Deschamps y a los aficionados franceses, que veían en Mbappé no solo a un goleador prolífico –con 46 tantos en 77 partidos internacionales–, sino a un símbolo de resiliencia y patriotismo. El entrenador, en su rueda de prensa posterior, evitó entrar en detalles personales, respetando la privacidad del jugador, pero no ocultó su decepción. “Entiendo sus motivos, pero duele. Kylian quería venir, lo sé. Es una decisión puntual, pero afecta a todo el grupo. Al final, son seres humanos, y las consecuencias dependen de la sensibilidad de cada uno”, declaró Deschamps, visiblemente tenso. En Francia, donde el fútbol es más que un deporte y un bálsamo para las tensiones sociales, la noticia ha desatado un torbellino de emociones. En las redes sociales, hashtags como #ApoyoAMbappé y #BleusSinKylian compiten por la atención, con miles de mensajes de solidaridad mezclados con lamentos por la ausencia de su estrella en un momento clave de la Nations League, donde Francia lucha por clasificarse a las semifinales.

La trayectoria de Mbappé con Les Bleus ha sido un cuento de hadas con sombras. Desde su explosión en el Mundial de Rusia 2018, donde a los 19 años se convirtió en el jugador más joven en marcar en una final desde Pelé, ha cargado con el peso de las expectativas nacionales. Su mudanza al Real Madrid en el verano de 2024, tras un adiós polémico al PSG, generó expectativas estratosféricas, pero también presiones. Esta temporada, con 12 goles en LaLiga y la Champions, Mbappé ha brillado, pero su rendimiento irregular en los últimos meses –culminando en una derrota ante el Barcelona en el Clásico– ha avivado críticas. Sin embargo, insiders aseguran que su decisión no responde a caprichos deportivos, sino a un agotamiento emocional acumulado. La hospitalización de su madre, una figura pivotal en su carrera como exatleta y mánager, ha sido el detonante. Fayza, de 52 años, ha estado lidiando con un trastorno autoinmune que se agravó durante un viaje familiar en septiembre, según reportes filtrados a L’Équipe. Mbappé, quien ha donado millones a causas benéficas en Bondy, su barrio natal, priorizó estar a su lado en lugar de subirse al avión rumbo a Clairefontaine.
El impacto en la selección es inminente. Sin Mbappé, Deschamps ha optado por un ataque reinventado, con Olivier Giroud de regreso como referente y jóvenes como Bradley Barcola y Randal Kolo Muani asumiendo roles protagónicos. “Es una oportunidad para otros, pero nadie llena el vacío de Kylian”, admitió el técnico. Los aficionados, divididos entre el apoyo incondicional y la frustración, han inundado las calles de París con murales improvisados y velas en honor al jugador. En el Stade de France, donde se esperaba un lleno total para el partido contra Israel, la taquilla ha registrado una caída del 15% en ventas, un indicio del malestar colectivo. Políticos como Emmanuel Macron han salido en defensa: “Mbappé es un orgullo francés, y la familia va primero. Lo esperaremos de vuelta más fuerte”.
Esta crisis personal de Mbappé no es aislada en el fútbol moderno, donde las estrellas lidian con presiones que trascienden el césped. Recordemos el caso de Marcus Rashford, quien en 2023 tomó un descanso por salud mental, o el de Kevin De Bruyne, ausente por motivos familiares. Para Francia, sin embargo, el timing es cruel: con el Mundial 2026 en el horizonte, la cohesión del equipo se pone a prueba. Deschamps, en privado, ha mantenido contacto con Mbappé, asegurándole que su puesto como capitán permanece intacto. “Vuelve cuando estés listo. Eres indispensable”, le dijo en una llamada posterior.
Mientras tanto, en Madrid, Mbappé se ha volcado en su recuperación. Ha cancelado apariciones públicas y se ha refugiado en su residencia, rodeado de su círculo íntimo. Sus compañeros del Real Madrid, como Vinícius Júnior y Jude Bellingham, le han enviado mensajes de apoyo, recordándole que el fútbol espera, pero la vida no. Esta “razón personal importante” ha humanizado a un ídolo casi mítico, recordándonos que detrás de los goles y los trofeos hay vulnerabilidades reales. Los Bleus avanzarán sin él esta vez, pero el silencio que dejó su declaración resuena: en el deporte rey, las decisiones del corazón a veces eclipsan las del campo. Francia esperará, con el corazón en un puño, el regreso de su príncipe. ¿Será este el catalizador para una versión aún más invencible de Mbappé? Solo el tiempo, y quizás una recuperación familiar milagrosa, lo dirá.