Diez minutos antes del trágico accidente que conmocionó al mundo del fútbol, las cámaras de seguridad de una gasolinera de Lisboa grabaron la última llamada de Diogo Jota. El audio, difundido por las autoridades con el consentimiento de su familia, muestra una conversación que dejó atónitos a aficionados, expertos y periodistas. No son solo palabras: el tono, las frases y la consciencia implícita en la voz del delantero portugués confieren al mensaje una cualidad casi premonitoria.

En la grabación, se escucha a Jota hablando con un interlocutor aún no identificado, en un tono tranquilo pero extrañamente solemne. «Hay cosas que siento que no he dicho lo suficiente», dice. «Si algo pasa, quiero que sepas que siempre lo he hecho todo con el corazón». Palabras sencillas, pero dichas con una intensidad que ahora, a la luz de los hechos, adquiere un significado casi fantasmal. Poco después, hay un silencio prolongado, seguido de un susurro: «A veces la vida nos da señales. No siempre las entendemos de inmediato».
Según la reconstrucción, el coche de Jota perdió el control en un tramo de carretera empapado por la lluvia, impactando violentamente contra el guardarraíl. A pesar de la rápida intervención de los servicios de emergencia, no se pudo hacer nada por el jugador. Las circunstancias exactas aún se investigan, pero la coincidencia temporal entre la llamada telefónica y el accidente ha suscitado hipótesis y reflexiones sobre el estado emocional de Jota en sus últimos minutos de vida.
Los aficionados del Liverpool, Portugal y todos los equipos en los que jugó Jota se reunieron en una vigilia silenciosa, escuchando la transmisión de audio en varios canales oficiales. Los comentaristas hablaron de “escalofríos”, de “una voz que parece hablar desde la frontera entre la vida y el más allá”. Muchos se mostraron conmocionados, pero también profundamente conmovidos por este testimonio humano y sincero, que trasciende el mundo del deporte.
En un comunicado, la familia pidió respeto y agradeció a todos por su apoyo: «Diogo amaba la vida, el fútbol y a la gente. Sus últimas palabras reflejan quién era realmente: un hombre sensible, consciente y cariñoso».
La grabación probablemente permanecerá en la memoria colectiva no sólo como un testimonio trágico, sino como un símbolo de la fragilidad de la existencia y de la fuerza de las palabras cuando salen del corazón.